Lamentable papelón armamenticio

En medio de la terrible pulseada que la comunidad docente está llevando adelante con el Gobierno Nacional para luchar contra la desfinanciación de la educación pública (pérdida de un 1% directo del PBI a nivel nacional) aparecen escritos de intenciones de compra de armamentos por más de dos mil millones de dólares. Es de no creer. Este combo de imbecilidad y estulticia ha llevado a generar un malestar regional, planteando que el gobierno de nuestro país intentaría reactivar unilateralmente una carrera armamentística.
Hablar de compra de armas tan livianamente que no se plantea cuál es la hipótesis de conflicto, ni qué procedimientos ni qué actores puedan estar involucrados en el diseño de planes de acciones de contingencia tanto a nivel nacional como regional, es directamente una locura.
Por supuesto que hay que establecer un mejoramiento de los niveles de seguridad, pero no de esta manera. Por supuesto que hay que propender a la defensa regional, pero no dándole sorpresas a los países hermanos en forma de acciones unilaterales.
Uno no termina de entender cuál es el propósito de semejante desatino, a no ser, abonando teorías conspirativas, de producir efectos destructivos en la población que enmascaren  y ponen en segundo plano cuestiones de trascendental importancia. En términos castrenses “generar fuego de diversión para producir confusión”. Quizá algo de esto el ministro de Educación nos haya querido prevenir cuando estuvo planteando la necesidad  de que la población debería educarse en la incertidumbre, de abrazar con amor la incertidumbre, en una versión recargada de “la doctrina del shock de Naomi Klein