La IVE es Ley, un paso fundamental para terminar con la clandestinidad y el silencio

*Por Fernanda Cortés, secretaria de Género ADUBA

Siempre entendí la expresión tan escuchada en el movimiento feminista “lo personal es político” pero hoy, a las 4:07 de la madrugada del 30 de diciembre, sentí por primera vez esa idea en el cuerpo.

Escuché que era Ley la Interrupción Voluntaria del Embarazo y me largué a llorar, sin poder parar. Parecía una niña sin consuelo.

“¿Por qué lloras? Es ley, es alegría”, me dijeron. Eso quiero explicar: por qué lloré si hoy festejamos.

Escribo desde la Secretaría de Género e Igualdad de Oportunidades de ADUBA, pero escribo más como Ferchi (así me llaman). Hoy no soy la Dra., hoy no soy la docente ni la sindicalista, o sí, también soy todas esas.

Pero, por sobre todas las cosas, soy la joven que transitó dos embarazos no deseados y, con ellos, dos abortos clandestinos. Soy la que siempre quiso contar en público todo lo que le había pasado pero que sentía algo en su interior que no se lo permitió hasta hoy que es ley, hasta hoy que cree que el Estado la autoriza, que se lo permite, que no la juzga. Hoy que soy madre de 3 hijes, deseados, buscados y amados como nunca imaginé que se podía amar a nada ni a nadie.

¿Me arrepiento por los abortos? Por supuesto que no. Aunque puedo decir, sin duda, que fue lo más feo que viví. No por el dolor (tuve anestesia total y sin complicaciones), no por la duda (no lo dudé nunca), no por la falta de recursos (tuve en ambos casos los recursos para pagarlos).

¿Y entonces?

Por la clandestinidad y por las mentiras. Por tener que decirle a mi hermanastro -de 18 años en ese entonces- que solo “no me sentía bien”, por indicación de su madre, la misma que consiguió a la médica (y le agradezco por eso). Por tener que ocultarlo en el trabajo y tener que ir a trabajar a pesar de mi tristeza y malestar. Por no poder decirlo nunca públicamente -hasta hoy-.

Yo aborté, y soy una madre feliz, y también soy una profesional que pudo recibirse, doctorarse y que hoy puede criar una hermosa familia DESEADA.

¡Es ley! Hoy siento que el país es más justo, pero también siento que el Estado aceptó mi decisión.

Las mujeres que murieron no pueden acompañarnos, ni escribir ninguna de estas palabras, pero hoy sin duda tenemos la certeza de que, a partir de mañana, morirán menos mujeres.

Este no es el mejor texto que escribí, pero son las letras que más me representan. Hoy todas las mujeres somos un poco más felices. Hoy, cuando despierten, podré transmitirle con certeza a mis hijas: “¡sos dueña de tu cuerpo! Por vos y por todas las que lucharon antes”.

Todo lo personal es político. Es Ley.