Atentado a nuestra soberanía tecnológica

El gobierno nacional, intenta hacer pasar tras bambalinas, un acuerdo con una empresa norteamericana, donde cede el control y la dirección del desarrollo satelital argentino. Con argumentos leguleyos y de ocasión, tales como que los profesionales van a mantener el empleo, y que no modifica la legislación de Arsat, desvirtúa el sentido de la generación de tecnología soberana, cediendo la capacidad de decisión a terceros.
La empresa estatal Arsat, dedicada a brindar servicios de telecomunicaciones, firmó una carta de intención con la firma estadounidense Hughes para construir y operar el satélite Arsat 3. La misma establece el control en un 51% por Hughes y en un 49% por la propia Arsat.
Hughes controlará la mayoría accionaria porque será la encargada de poner la mayoría de los fondos para la construcción, ya que el gobierno dejó en claro que no está dispuesto a seguir financiando satélites con fondos públicos.
Si bien Macri mencionó que por ahora sólo hay «una carta de intención», que establece que se crearía una nueva sociedad entre Arsat y la empresa norteamericana, llamada provisoriamente Newco, la decisión viola el artículo 10 de la ley 27.208 de Soberanía Satelital que exige la autorización del Congreso para avanzar con “cualquier acto o acción que limite, altere, suprima o modifique el destino, disponibilidad, titularidad, dominio o naturaleza de los recursos esenciales y de los recursos asociados (…) que pertenezcan o sean asignados a Arsat”
Las decisiones de ajuste del Gobierno Nacional tiran por la borda un logro histórico de la ciencia y la tecnología argentina, en un tema estratégico que hace a la soberanía. Así, se suma a una serie de decisiones en la materia, que afectan seriamente el desarrollo normal de las actividades del sector, a través de la reducción del presupuesto destinado a Ciencia y Tecnología, lo cual implicó, por ejemplo, la reducción del 60% del ingreso al CONICET, uno de los principales organismos dedicados a la promoción de la ciencia y la tecnología en nuestro país durante el pasado año.
Desde ADUBA consideramos de absoluta importancia la continuidad y el crecimiento del sistema científico-tecnológico, ya que sin Industria no hay Nación, y hoy en día es imposible pensar en un país desarrollado e independiente sin la existencia de una industria genuina que no cuente con instituciones de Investigación y Desarrollo como herramientas fundamentales. Por eso reclamamos que el Congreso impida in limine que se concrete el convenio entre Arsat y Hughes.