Cada 10 de abril se celebra en nuestro país el Día de la Ciencia y la Técnica en homenaje a Bernardo Houssay, Premio Nobel de Medicina en 1947. El compromiso con la investigación para potenciar la innovación científico tecnológica define a la UBA desde sus inicios. Hoy, más que nunca, ADUBA reclama políticas públicas para el desarrollo del conocimiento.
Bernardo Houssay fue el primer latinoamericano en recibir un Premio Nobel en el área de las ciencias. Nació un 10 de abril de 1887 y en su honor, la UNESCO designó que se celebre hoy, el Día de la Ciencia y la Técnica. Hasta el día de su muerte, nuestro Premio Nobel defendió la ciencia y la tecnología, como instrumento para el desarrollo del país.
“Los países ricos lo son porque dedican dinero al desarrollo científico-tecnológico, y los países pobres lo siguen siendo porque no lo hacen. La ciencia no es cara, cara es la ignorancia. Los becarios pudimos estudiar gracias a los recursos aportados por todos nuestros compatriotas y tenemos el deber de retribuirles trabajando aquí y tratando de sacar adelante el país”, expresó Houssay ya consagrado.
Realizó prácticamente toda su carrera en la Universidad de Buenos Aires. Fue docente y formador de científicos y dedicó su vida al desarrollo del saber. A los 13 años, se recibió de Bachiller en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Decidió seguir sus estudios universitarios en la Facultad de Medicina, pero como no pudo anotarse debido a su corta edad, lo hizo en la Escuela de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, obteniendo su título de Farmacéutico con solo 17 años.
Maestro e investigador
En 1901 fue nombrado ayudante de fisiología en el Hospital Francés, y unos años más tarde, en el Hospital de Clínicas, como interno. Cuando tenía 21 años, antes de graduarse de médico, fue designado profesor de Fisiología de la Universidad de Buenos Aires, aceptando ese cargo con la condición de tener dedicación exclusiva a esa tarea. Trabajó incansablemente por los cargos de dedicación exclusiva.
En 1904, ingresó a la carrera de Medicina en la UBA, y a los 23 años, se graduó con diploma de honor. Su tesis, “Estudios sobre la acción fisiológica de los extractos hipofisarios”, recibió el premio a la mejor tesis doctoral. Aquella tesis fue el primer antecedente hacia el Premio Nobel “por su descubrimiento del significado del metabolismo de los hidratos de carbono en relación con el lóbulo anterior de la hipófisis”, lo que permitió avanzar en la lucha contra la diabetes.
Fue profesor titular en la cátedra de Fisiología de la Escuela de Veterinaria y siendo profesor de la misma materia organizó el Instituto de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, haciéndolo un centro científico de calidad internacional. Brindó todo su esfuerzo al instituto y renunció a todos sus cargos para convertirse en el primer profesor con dedicación exclusiva.
Fue maestro de toda una generación de científicos e investigadores argentinos, latinoamericanos, europeos y estadounidenses, fue creador del Conicet y de varios institutos de investigación y organismos para obtener subsidios y becas en el país y en el exterior.
El CONICET ha sido siempre un poderoso y eficaz instrumento para el progreso de la ciencia y la tecnología en la Argentina, y Houssay lo presidió desde su fundación hasta que falleció en 1971.
El legado de Houssay y del resto de los Premios Nobel que dio la UBA es un patrimonio colectivo que las y los docentes de la UBA honran cada día a través de su trabajo. El conocimiento y la investigación científica generada en las universidades públicas argentinas es un capital históricamente valorado a nivel global.
Sin embargo, en la actualidad nos enfrentamos a la desfinanciación del sistema científico argentino por parte del Gobierno Nacional. Por eso, desde ADUBA reafirmamos: SIN PRESUPUESTO PARA LA INVESTIGACIÓN Y EL DESARROLLO CIENTÍFICO TECNOLÓGICO NO HAY FUTURO.